La (des)memoria pública, y aún más: la escritura mitológica de la transición democrática que tuvo lugar en nuestro país tras la muerte del general Franco, es el foco crítico de No haber olvidado nada, un vídeo realizado entre 1996 y 1997.

Marcelo Expósito, Arturo Fito Rodriguez y Gabriel Villota se apropian para su trabajo de materiales procedentes del cine, la televisión o las diversas formas de propaganda, principalmente de imágenes extraídas de la serie televisiva La Transición, dirigida por Victoria Prego en 1995: un exitoso relato audiovisual frente al que No haber olvidado nada (a modo de capítulo "piloto", que finalmente fue el único realizado) quiere servir de contramodelo.

Los autores, realizando con tales imágenes un inteligente trabajo de (des)montaje, consiguen introducir un giro crítico y subversivo en los mitos que en nuestra cultura de masas e imaginario colectivo configuran los relatos establecidos sobre el proceso de transición: el entierro del Generalísimo se contrapone a imágenes propagandísticas que los poderes gubernamentales difundieron durante 1992, el año de las ostentosas celebraciones (Quinto Centenario, Exposición Universal de Sevilla...); las entrevistas con Cecilia y José Bartolomé, Eduardo Subirats y Juan Ramón Capella, así como las ráfagas de textos en pantalla, se encargan de desvelar el armazón simbólico y político sobre el que se erigió una arquitectura del poder cuyas continuidades desde la posguerra y el franquismo se hicieron posibles por causa de silencios, olvidos y (auto)censuras más o menos forzados.

Durante más de 50 minutos los autores realizan un acto de negación de los relatos institucionales, en lo que se podría denominar una "revitalización de la memoria": un ejercicio en el que al arte pasa a ser una herramienta capaz de enseñarnos a ver de otro modo, más profundo, más riguroso quizá. Esa vinculación primordial del proyecto artístico con el impulso de la memoria supone una voluntad de recuperación de lo excluido, de iluminación de las zonas de sombra. En el planteamiento de estos tres realizadores, "artístico" no es un juego formal, sino un intento de reajuste de nuestra forma habitual de "ver" las cosas. De atacar la configuración instituida del pasado y del presente a través de sus imaginarios y representaciones.